«Cosas que me digo cuando nadie me escucha»

«Cosas que me digo cuando nadie me escucha»

«Cosas Que Me Digo Cuando Nadie me Escucha»

(y tú también deberías)

¿Cómo estáis?, un viernes más, y una nueva oportunidad que me ofrece Dios y la vida, de poder escribiros un nuevo capítulo/artículo de esta comunidad mundial apodada: @elblogdejorgeesquirol.

Hoy ya en este capítulo número 41, quiero compartiros quizá una de mis intimidades, de mis secretos mejor guardados y de mis experiencias personales del día a día.

Reflexiones en mis silencios meditativos, pensamientos en mi soledad elegida, que quizá fue impuesta por la pérdida, por mi orfandad absoluta, pero que conseguí conquistarla y sobre todo aprender a convivir con ella.

Hay días que empiezan raros, esos días que te levantas y que no son ni malos, ni trágicos, tan solo… raros, al despertarte, te levantas y ya notas algo que no es normal, que la anomalía flota en el aire que respiras y en tu rutina diaria, que algo, que no es lo habitual te invade y que te sientes disperso, que no sabes si tienes hambre, sueño o existencialismo.

Y, justamente esos días, ahí estás, delante del espejo, con cara de no saber si necesitas una ducha, un abrazo de un amigo o amiga o, exagerando, un «exorcismo emocional».

Justo es en esos días cuando aparece mi voz, mi propia voz, esa voz interna, esa que cuando nadie te escucha, o que cuando nadie te quiere escuchar, es no sólo la única que lo hace, sino que te empieza a hablar, a aconsejarte y a ser tu compañera, a veces susurra y otras te grita, a veces te anima, te espabila y en muchas ocasiones te sabotea, pero está ahí, y lo que te dice cuando nadie te escucha, importa, por lo menos a mí, me importa y demasiado, muchísimo más de lo que crees.

A través de los años, y desde que perdí a mi último ser querido, he sido capaz con mucha lucha (y sin caer en paranoias), de aprender a escucharla, y realmente resulta muy curioso muchas de las cosas que me dicta. Hay algunas que me salvan el día, pero en otras ocasiones me lo arruina, pero ¿sabéis algo?, últimamente he aprendido a prestarle atención a esa vocecita, a no dejarla suelta como «loca» en mi cabeza, a saberla interiorizar y comprenderla, porque si hay alguien que está todo el día conmigo, ese soy yo, y quién mejor que yo para llevarse mejor con uno mismo.

Hay mañanas en las que me repito: «Hoy no pasa nada si no lo logras todo, hoy no pasa nada si tan solo vives el momento y sobrevives», y en serio, no sabéis qué alivio puede dar llegar a ese punto de inflexión.

Vivimos en un mundo donde parece que si no eres exitoso, productivo, inspirador, flexible, feliz, saludable, ecológico y encima simpático… estás fallando, no eres el modelo ideal para nadie, ni para los demás, y lo lamento, pero NO, a veces ser simplemente decente ya es un milagro, a veces respirar y no colapsar ya es verdadero éxito y un triunfo personal. Muchas veces poner una lavadora, cocinarte algo que te apetece, es digno de una ovación, con un público inexistente puesto en pie y gritando un efímero «Bravo», y de veras no lo digo en broma.

Muchos días, me digo: «Jorge, tranquilo, no estás roto, solo estás procesando», y eso me calma, porque hay días que siento que estoy desarmado por dentro, como si me faltaran piezas, y luego, reflexionando, recuerdo que la vida no es un puzzle, es más bien una especie de Lego emocional, que a veces construyes, a veces desmontas y a veces pisas una pieza y te duele hasta el alma.

También existe esa voz, claro, que en ocasiones me digo: «Respira, no eres ni Google, ni una enciclopedia, eres tan solo un ser humano más y no tienes que tener todas las respuestas», o «si hoy sólo puedes hacer una cosa bien, que sea elegir hacer bien algo que me ilusione», porque en los pequeños logros reside también tu éxito, porque el humor, y sonreírle a la vida, aunque por dentro esté roto en mil pedazos, me ha salvado más veces que la autoayuda.

A veces, cuando siento que la vida me exige demasiado, me repito: «No soy un superhéroe, soy una persona, un ser humano más, un hombre con miles de defectos, con errores, con cicatrices, quizá con demasiadas, y con muchas de ellas sin cicatrizar o sanar, con domingos eternos y lunes sin ganas», y llegar a asumir eso, es ser capaz de reconciliarme conmigo mismo, porque durante mucho tiempo me hablé como si fuera un entrenador exigente, duro, impaciente, intransigente…

Hasta que llegó el día en que me di cuenta de que necesitaba un amigo, no un juez, alguien que me dijera «tranquilo, lo estás haciendo lo mejor que puedes», y no «deberías estar más avanzado a estas alturas».

Me he dicho también cosas extremadamente duras, no te voy a mentir, me he dicho que soy un fracaso, que no valgo, que no soy suficiente… y duele, os aseguro que duele mucho, porque esas palabras se clavan con más fuerza que cualquier crítica de alguien externo. Pero luego, cuando el tiempo pasa, con terapia, con lecturas, con charlas, con silencios, he aprendido a desmontar esas frases como se desmonta una mentira: con verdad y con luz, y he aprendido a preguntarme: «¿De dónde viene esta voz? ¿Es realmente mía o la heredé sin querer de alguien más?», y me llevé una sorpresa al responderme a mí mismo, que muchas veces, esas frases ni siquiera eran mías, provenían de profesores exigentes, de malas amistades, de una sociedad neurótica, de alguna persona con un ego extremadamente indigno y creyéndose por encima del bien y del mal y del propio Dios.

Así que, ya desde hace mucho tiempo, trabajo en intentar cambiar el guion, hablarme como le hablaría a alguien que quiero, que me importa, que admiro, porque si le hablo con amor a mi mejor amiga o amigo cuando se siente insegura, ¿por qué no hacerlo conmigo? ¿Por qué trato a otros con más compasión que a mí mismo?

Me digo: «No tienes que ser perfecto para merecer cariño».

Me digo: «Incluso en tus días grises, sigues siendo luz para alguien».

Me digo: «No estás solo, aunque a veces lo parezca».

Y es que, aunque no lleguemos a reconocerlo, aunque no lo digamos mucho, todos, absolutamente todos, nos hablamos por dentro, y lo hacemos con más frecuencia de lo que creemos, y es en esa conversación interna constante donde reside el poder, positivo o negativo, pudiendo ser un ancla que nos hace fondear o un motor de arranque para proseguir, puede ser gasolina o quizá veneno, pero ahí estás tú, para decidir cómo usarla y administrarla.

Hay días en los que me sorprendo sonriendo solo por el hecho de haber llegado al final del día, de no haberme rendido, de haber tenido una conversación bonita con alguien, de haberme permitido llorar, porque sí, los seres humanos lloramos, y los hombres también. Y también me digo: «Hoy lloraste, y eso es valiente, llorar no es debilidad, es recuerdo, sentimiento, verdad y limpieza del alma en forma de saladas lágrimas, es dejar que el alma respire de vez en cuando».

Y cuando estoy realmente mal, me hablo en voz alta, como un «loco con ternura» y me digo: «venga, Jorgito, campeón, otro día más, no ha sido perfecto, pero ha sido tuyo, lo has vivido, lo has sentido, no lo has hecho mal del todo, has sido humano, y eso basta, para sentirte e irte a la cama a descansar satisfecho».

Sé que esto puede sonar muy de película de sobremesa, pero creedme, hay algo mágico en hablarte y hablaros bien, en ponerle amor a esa voz que te acompaña desde siempre, porque a veces, lo único que necesitas no es un consejo, ni una solución, ni un gurú, ni un podcast; a veces lo que tan solo necesitas es hablarte con más ternura y amor propio.

Os quiero decir que me he dicho demasiadas cosas feas en mi vida, me he llamado inútil, me he fustigado hasta la extenuación, me he exigido lo imposible, pero también me he dicho cosas hermosas, y justamente esas son las que me han sostenido.

Me he dicho «sigue», cuando quería parar.

Me he dicho «confía», cuando dudaba.

Me he dicho «perdona», cuando me culpaba.

Y tú, ¿qué te dices cuando nadie te escucha?

¿Eres tu amigo o tu carcelero?

¿Te animas o te castigas?

¿Te concedes una tregua o prosigues con tu guerra?

Os aseguro, que las respuestas a esas preguntas definen más tu felicidad que cualquier logro externo, más que tu salario, tu pareja, tu físico o tu agenda, porque puedes tenerlo todo por fuera, pero si por dentro te hablas como un enemigo, nada brillará en tu vida y jamás estarás en paz.

Y, al contrario, puedes estar en medio del más absoluto caos, pero si tu voz interna es amable, es probable que encuentres esa paz que tanto anhelas.

Así que hoy te propongo algo: solo por hoy viernes y este fin de semana, háblate bonito, abrázate… aunque te sea difícil o te cueste y aunque suene extraño o raro, aunque te dé vergüenza, permítete el lujo de regalarte el decirte a ti mismo que lo estás haciendo bien, que mereces ser respetado, querido y amado, que no necesitas tener todo resuelto para YA, que tan solo basta con ser tú, con no perder tu esencia y ser tú mismo, que tu valor no depende de tu productividad, que tu historia, con absolutamente todo su contenido, incluyendo los capítulos difíciles, merece y vale la pena ser contada.

Si mi verdad de este capítulo te ha removido algo, si te ha hecho reflexionar o pensar, no lo guardes solo para ti, compártelo.

A lo mejor alguien ahí fuera, justo hoy, necesita leer estas palabras, porque a veces, la voz que más necesitamos no es la nuestra, sino la de alguien que nos recuerde lo que en la mayoría de las ocasiones olvidamos: que somos suficientes, incluso en silencio.

Jorge Esquirol.

@elblogdejorgeesquirol

Posdata:

Si quieres leer más textos como este, con alma, con verdad, con humor, con crítica y con mi manera tan peculiar y diferente de observar y vivir la vida, suscríbete totalmente GRATIS, a esta mi web: www.jorgeesquirol.com donde cada viernes tendrás un nuevo capítulo de este mi blog o comunidad, apodada: @elblogdejorgeesquirol.

No prometo respuestas, pero sí preguntas importantes, abrazos en forma de letras, y una comunidad de personas reales, como tú, como yo, que aprendemos cada día a hablarnos un poquito mejor.

Porque al final, eso somos: lo que nos decimos cuando nadie nos escucha.

Y tú, ¿qué te estás diciendo hoy?

Gracias a ti, Xavi Bonet, que como siempre haces magia, por formar parte de un sueño en forma de SEO, director de comunicación y amigo, por todo el gran trabajo de la nueva imagen y el rebranding de la web y por siempre estar en sintonía y en permanente «brainstorming», con renovadas ideas que me hacen ilusionarme cada día más y más.

Como mención especial, quiero mandar todo mi apoyo a la familia y a mi amiga, A., que perdía de una manera trágica e inesperada a su hermana, siempre a tu lado, amiga, fuerza y coraje.

A mi sacerdote de confianza, y amigo el Padre Isidro Núñez, por siempre estar presente aún en la distancia.

Y a todos y cada uno de vosotros, que de tantos países me leéis, seguís, contactáis conmigo, porque realmente y como siempre os digo, sois la fuerza que me hace seguir adelante y formáis parte de mi humilde vida.

Y recordad, que a pesar de todas las vicisitudes que os plantee la vida,

«Sed muy felices, por favor»
Os quiero y os abrazo.

Jorge Esquirol.

PACK 2 LIBROS / 28€
🌟REFLEXIÓN & ALMA 🌟

No hay ninguna forma de pago conectada. Contacta con el vendedor.

Déjate tocar por las palabras y el alma de Jorge Esquirol con este pack único que une sus dos obras más íntimas y transformadoras: 

📚 Incluye:

✔️ Te regalo mis pensamientos – Un viaje poético y emocional que abraza el dolor, la pérdida y la esperanza.
✔️ La pirámide del alma – Una obra introspectiva que invita a conocerte, reconstruirte y avanzar desde lo más profundo de ti mismo.

🎁 Pack exclusivo de autor por solo 28 € (precio especial frente a los 34 € habituales).

Llévate ambos libros con dedicatoria personalizada y sumérgete en una experiencia literaria que transforma, consuela y despierta. Ideal para regalar… o regalarte.