Hola a tod@s, ¿cómo estáis?, un viernes más y no un viernes cualquiera. Viernes Santo, viernes de silencio y reflexión, pero para mí, aparte de vivir la Semana Santa, como católico que soy, se añaden a mis recuerdos, la añoranza de alguien que hoy 18 de abril cumplía años, hubieran sido 98.

Te dediqué un capítulo de mi primer libro editorial: «Te Regalo mis Pens(ai)mientos», pero para mí nada es suficiente para poder hablar, o en este caso escribir, de lo que sigues significando en mi vida.

Luchando por su vida, en la primera ola del COVID junto a mi padre en el hospital, y con mi padre milagrosamente dado de alta semanas antes, aguantó durante casi un mes y medio para, sin poderlo celebrar juntos (debido al confinamiento), y en la distancia cumplir sus 93 años, y encender esa luz de las velas de su tarta de cumpleaños, que no la pudo soplar como cada año, y que se apagó al día siguiente, dejándome para siempre.

Hoy, 18 de abril, se celebraría el 98.º cumpleaños de mi madre, Ángeles Cuevas, y aunque físicamente ya no está a mi lado, ni entre nosotros, su presencia sigue siendo parte esencial de mi vida, de mi día a día.

En este día tan especial, me viene a la mente aquel 19 de abril de 2020, cuando el COVID me la arrebató de una forma inesperada y dolorosa, un día después de celebrar su 93.º cumpleaños.

No puedo evitar pensar que, a pesar de que su luz se apagó esa mañana, su luz aún brilló con más fuerza que nunca y que la llevaré siempre conmigo.

Cuando recuerdo a mi madre, es imposible no evocar su corazón inmenso, su bondad, y la manera en que su amor me envolvía en todo momento. Me ofreció al nacer un amor tan puro que jamás podré encontrar en otro ser humano.

Tras perder lo que hubieran sido cuatro hermanos, siendo yo el quinto y como hijo único, no solo fui su hijo, sino también su prioridad, su compañero y su amigo. Fue una madre luchadora, trabajadora, ama de casa y valiente, que nunca tuvo miedo de mostrarme lo mucho que me quería, con sus manos que me acariciaban, con esos dos besos al despertar y al dormir, y con la sabiduría que transmitía en esos silencios eternos, con su misal y su rosario.

Recuerdo, como si fuera ayer, cómo se preocupaba por mí. Aunque en muchas ocasiones me lo dijera con palabras, su mirada bondadosa era todo lo que necesitaba para saber si estaba haciendo lo correcto. Y aunque sus ojos se nublaron con los años, su corazón seguía siendo tan grande y fuerte como siempre.

Ella, abulense, castellano leonense, era una mujer recia, parca y de pocas palabras, pero su amor por mí y por la familia, su devoción por nuestro hogar, y sus sacrificios fueron las lecciones más grandes que me dejó como legado.

La vida no siempre fue fácil para ella, pero la vivió con dignidad y amor, y siempre anteponiendo el bienestar de los demás antes que el suyo. ¿Cómo agradecerte todo eso? ¿Cómo devolver todo lo que hizo por mí, Madre?

A veces, al mirar hacia atrás, siento que aún no he logrado estar a la altura de su ejemplo, pero cada día, al recordarla, me esfuerzo por ser la mejor versión de mí mismo, por hacerla sentir orgullosa, donde buenamente esté.

Mañana, cinco años después de su partida, sigo escuchando su voz en mi mente, como un susurro que me guía y, a pesar del vacío inmenso que me dejó, siento su presencia, como si aún estuviera cerca.

La alegría de recordar todos sus cumpleaños junto a ella se mezcla con la profunda tristeza que me invade, y no pasa un solo día en que piense en ella, (y he de confesaros que demasiadas veces), también siento un profundo agradecimiento por haber tenido una madre como ella.

Este homenaje es para ti, mamá, para que tu luz nunca se apague, aunque ya no estés aquí para darme un beso al despertar. Sé que estás cuidándome desde el cielo, junto a papá y a toda la familia.

Hoy no habrá tarta, ni velas, pero sí, como cada día, una oración por ti y por los nuestros, que espero que celebréis juntos tu 98.º cumpleaños.

Un beso al cielo, mamá, un feliz cumpleaños y un “te amo para siempre” que jamás dejaré de pronunciar, porque en cada latido, en cada pensamiento, sigues siendo mi guía y seguirás siendo esa mujer ejemplar y esa madre que me dio la vida.

Feliz 98 cumpleaños, mamá.

Te quiero, cada día más.

Jorge Esquirol.
@elblogdejorgeesquirol

Posdata:

Como os di mi palabra, el viernes pasado en mi capítulo/artículo de este mi blog personal: «Cuando el Alma, Recuerda», ya tenemos el análisis de las estadísticas totales, que me pasaron hace unos días de esta mi web: www.jorgeesquirol.com.

Quiero dar mis más sinceras gracias y por orden a los 10 países que me habéis seguido y los seguís haciendo:

Gracias, México, USA, Argentina, España, Irlanda, Venezuela, Colombia, Chile, Paraguay y Perú.

En esta última semana, países como: Suiza, Guatemala, Hong Kong y Países Bajos, habéis irrumpido en mi vida con una fuerza demoledora e increíble, siendo Irlanda, de nuevo, a la que tengo que agradecer con toda mi humildad y gratitud su deferencia hacia mí.

No tengo suficientes palabras de agradecimiento hacia todos y cada uno de vosotros, que formáis parte de mi vida.

Gracias a las numerosas personas que escucháis cada lunes mi segunda temporada de mi programa – podcast: «Tu Motivación es mi Meta» (TMEMM), porque jamás pensé que en tan solo un capítulo, nos llegaría un email de Apple Podcasts, felicitándonos por ocupar el Puesto 55 en la categoría Superación Personal y el Puesto 209 en la categoría Educación. Recordad que cada lunes tendréis un nuevo episodio.

Por último, quiero expresar, con mi más transparente humildad y sinceridad, a la Embajada de México, por su gran trato y deferencia hacia mí.

A todos y cada uno de vosotros, no os olvidéis de subscribiros a esta mi página web, a mi canal YouTube, y a mi programa «Tu Motivación es Mi Meta» de forma totalmente gratuita, así como seguirme en mi Instagram Verificado: @jorgeesquirolofficial y mi nueva cuenta de Facebook: Jorge Esquirol (Jorge Esquirol Official).

Feliz Semana Santa a tod@s, y recordad:

“Sed muy felices, por favor”

Os abrazo,
Jorge Esquirol.