«La sabiduría de olvidar»

La sabiduría de olvidar
«La sabiduría de olvidar»

Hola a tod@s, ¿cómo estáis? Pues primer capítulo de este otoño, y el número 61 de mi blog personal: @elblogdejorgeesquirol.

Otoño, que por lo menos a mí me tiene loco, un minuto calor y al siguiente frío… que me pongo el jersey… que me lo quito…

Pero, en fin, protegeros y subir vuestra energía para no coger constipados o catarros molestos e incómodos y, sobre todo, difíciles de soltar, porque si el otoño tiene algo de malo es eso.

Pero vamos a entrar ya en materia, de este nuevo artículo que hace mucho tiempo del que os quería escribir, porque llevo mucho tiempo teniéndolo en mis cientos de reflexiones y que he querido poner por título «La sabiduría de olvidar».

Creo que, a todos nosotros, la vida nos ha enseñado a valorar el verbo aprender como si fuera la llave maestra de la existencia del ser humano, como si todo lo que necesitáramos para crecer y evolucionar se encontrara en acumular conocimientos, experiencias, teorías, certezas y técnicas.

¿Quién no recuerda que desde muy pequeños nos han repetido (y quizá no solo una vez) que cuanto más aprendamos y mejor preparados estemos, estaremos en una mayor disposición para enfrentarnos al mundo? Sin embargo, con el paso de los años, uno descubre que no todo lo que se aprende es quizá tan útil como uno creía, que no todo lo que se guarda en la memoria merece permanecer en ella, que no todas las verdades heredadas son realmente nuestras, y es entonces cuando surge la necesidad, o, concretando o afinando más, nace casi la urgencia, de ejercitar otro verbo que apenas se nos enseña: «Olvidar».

«Olvidar» no significa dejar a un lado todo lo aprendido; tampoco es rechazar de manera violenta toda la sabiduría aprendida, sino más bien liberar una parte de nuestro espacio mental y emocional que ocupan aquellas ideas, creencias y hábitos que ya no nos sirven en los tiempos actuales. Es comprender que la mochila de la vida no puede llenarse de objetos innecesarios, porque llegará un momento en que su peso nos podrá impedir avanzar y hacernos quedar estancados.

Quizá, en vez de la palabra «olvidar», utilizaría la palabra «desaprender», pero ambas, y después de mucho reflexionar sobre el tema, las considero un arte, porque este acto requiere de mucha sensibilidad y, sobre todo, de extrema valentía y paciencia, pero, sobre todo y según mi criterio, requiere de una mirada hacia nosotros mismos.

Como en todos los artículos os hago alguna pregunta, para que la interioricéis y os respondáis vosotros mismos, así que vamos allá: ¿Qué cosas sigo repitiendo que ya no están ligadas a mí o me representan? ¿Qué pensamientos me atan a una versión de mí que ya no es la presente ni la real y quedó atrás? ¿Qué miedos aprendí que no eran mis propios miedos, pero que sigo teniendo presentes como si fueran parte de mi identidad?

En los colegios y las escuelas nos enseñaron fórmulas, capitales, fechas históricas, estructuras gramaticales, y aunque muchas de ellas fueron útiles, otras permanecen en nuestra mente sin aportarnos nada esencial. Os escribo esto porque lo mismo sucede con lo que aprendimos de nuestra familia, de nuestro entorno o de la propia sociedad, frases utópicas como «los hombres no lloran», «hay que aguantar siempre», «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer». Sincera y personalmente, creo que estas lecciones se convirtieron en verdades grabadas a fuego en nuestra memoria, pero, ¿de verdad nos ayudan a vivir con libertad, con autenticidad y con plenitud?

Olvidar también es cuestionar, es atrevernos a mirar esas frases heredadas y decidir conscientemente si las seguimos manteniendo o si las reseteamos.

El arte de olvidar nos invita a vaciar esas ficticias estanterías mentales. Os quiero poner un ejemplo: imagina tu mente como una biblioteca en la que cada experiencia, cada idea y cada creencia ocupa un espacio en algún lugar de alguna de sus estanterías; algunas, y dependiendo de quién, serán libros que te han marcado para siempre, que te han transformado y que merecen estar siempre a tu alcance; pero también hay manuales obsoletos, enciclopedias que ya no responden a tus preguntas, historias que lo más probable es que ni recuerdes ni siquiera ya te representen.

El «arte de olvidar», para mí, consiste en recorrer esas estanterías y, con delicadeza, retirar los volúmenes que ya no te aportan, para dejar sitio a nuevos relatos o, simplemente, para disfrutar del vacío necesario que te permita respirar con un aire renovado y acorde a tu evolución o crecimiento personal.

«Olvidar» (metafóricamente hablando), os aseguro, no es sencillo, porque hemos sido educados para acumular, para demostrar cuánto sabemos, para vivir rodeados de títulos, certificados y etiquetas que hagan sentir importantes de cara a la galería. Nos da miedo reconocer, a pesar de reconocerlo, que parte de lo que guardamos dentro ya no tiene sentido; creemos que olvidar es perder, cuando en realidad dejar hueco para que lo ocupen cosas nuevas es ganar libertad y sabiduría, es abrir espacio a lo nuevo, a lo quizá desconocido. Es salir del bucle de esa «rueda de hámster» (que llamo yo) que tan solo, y en algunas ocasiones, me provoca monotonía repetitiva; también es reconciliaros con el hecho de que la vida no es una línea recta, sino un viaje en espiral donde, cada cierto tiempo, necesitamos dejar atrás lo que antes nos sirvió pero que ahora nos limita.

En el terreno emocional, «el arte de olvidar» es aún muchísimo más desafiante. Os preguntaréis: ¿por qué? Porque significa desprendernos de amores que nos marcaron pero que ya no tienen lugar en nuestro presente, de amistades que fueron hogar pero que dejaron de serlo, de heridas que nos enseñaron lecciones pero que no necesitan seguir abiertas…

Significa también cuestionar el papel de la culpa, el miedo y la autoexigencia que, en algún momento, aprendimos como mecanismos de supervivencia, pero que hoy nos alejan de nuestra propia paz interior.

«El arte de olvidar», en este sentido, es aprender a mirarnos con compasión, a reconocernos como lo que verdaderamente somos: seres diferentes el uno del otro y en evolución constante.

Algunos de vosotros, querid@s lectores, quizá confundiréis este capítulo como retroceso o fracaso, como si aceptar que lo que un día fue cierto ya no lo es os pudiera llevar a la confusión de sentir que hayáis vivido equivocados, pero no, amig@s, no es así: la vida no funciona en términos de error o acierto absolutos…

La vida es proceso, un tránsito, una transformación…

Lo que ayer nos sirvió para sobrevivir quizá hoy nos impida volar. Lo que ayer nos ayudó a mantenernos en pie quizá hoy nos ate a un suelo que ya no deseamos pisar.

Por eso, el «arte de olvidar» no es en ningún momento un retroceso, sino un avance consciente y personal hacia lo verdaderamente esencial y a tu propia realidad.

El mundo actual, con su exceso de información, nos exige practicar este arte más que nunca. Estamos, cada minuto, rodeados de estímulos, de opiniones, de noticias, de algoritmos que nos dicen cómo pensar, cómo sentir, qué consumir y hasta a quién debemos admirar… y, en medio de ese caos, nuestra mente se satura.

No necesitamos aprender más; necesitamos aplicar parte de lo que consideréis bueno para vosotros de este artículo, que yo he llamado «el arte de olvidar», pero que cada uno de vosotros le podrá poner el título que os guste.

Lo más importante para mí es vuestro bienestar y daros las claves de lo que me han servido para que os pueda servir a vosotros. Deciros también que debemos dejar de lado lo que nos desconecta de lo importante: el silencio, la calma, el contacto humano real, la conexión con nosotros mismos, nuestro propio pensamiento y nuestras propias reflexiones.

«El arte de olvidar» es también rebelarse contra el ruido impuesto, elegir qué voces merecen quedarse a tu lado y cuáles no.

Si lo pensamos bien, todo proceso de crecimiento personal y de transformación interior pasa por una etapa de olvido o de este «arte de olvidar». Absolutamente nadie podría evolucionar solo acumulando más y más conocimiento; la intelectualidad, el aprendizaje y la sabiduría crecen también olvidando o dejando en un rincón de nuestra memoria lo que ya sabemos, soltando y también cuestionando.

La sabiduría no es la suma de datos, sino la capacidad de discernir qué conservar y qué liberar, y es ahí, quizá, donde resida el secreto de la madurez: no en lo mucho que sabes, sino en lo que eres capaz de olvidar o «desaprender» para ser más tú mismo y más tu más yo.

«El arte de olvidar» no se enseña como en aquellos pupitres de las aulas donde estudiamos, pero sí en el día a día de este camino llamado vida; cada pérdida, cada cambio, cada ruptura nos invita a revisar qué creencias siguen siendo válidas y cuáles debemos olvidar; cada fracaso nos recuerda que lo que ayer funcionaba, hoy ya no es una garantía estable ni fiable. Cada amanecer nos regala la oportunidad de reescribir nuestra manera de estar en esta maravilla, llamada mundo.

Tal vez el mayor acto de valentía no sea aprender cosas nuevas, sino practicar «el arte de olvidar» con lo viejo, lo caduco, lo heredado, lo impuesto… porque solo cuando soltamos el peso de lo innecesario podemos caminar ligeros hacia lo desconocido y lo que nos está esperando con los brazos abiertos.

Y, ya para terminar (perdonarme si hoy estoy demasiado «preguntón»), te quiero preguntar a ti, querido lector: ¿En qué creencias, en qué hábitos, en qué pensamientos deberías aplicar este «arte de olvidar» para vivir con mayor libertad y autenticidad? La reflexión está abierta, como también tu respuesta en comentarios…

Y quizá al compartirla descubramos que no estamos solos en este «arte de olvidar» y en este camino de reinventarnos.

Jorge Esquirol.

@elblogdejorgeesquirol.

Posdata:

Como os prometí la semana pasada, quiero agradecer a los 10 países que mayoritariamente me leen y visitan mi web:

Millones de gracias, USA, España, Irlanda, Reino Unido, Alemania, Suecia, Chile, Austria, México y El Salvador.

Quiero dar las gracias de nuevo por su generosa crítica hacia mi segundo libro, «La Pirámide del Alma», en ese programa, revista y podcast maravilloso de José Manuel Cruz, «La Demisión Súbita». Lo podéis encontrar en la pestaña de medios.

Asimismo, agradecer de corazón a mis compañeros, como a Antonio Raya, por esa entrevista tan entrañable, teniendo el honor de abrir la temporada de «La Hora Literaria» de CAN10FM.

A ti, Javi, por aparecer en mi vida y preocuparte por mí, eres muy grande y lo sabes.

Y a todos y cada uno de vosotros, deciros que,

Os abrazo, y os quiero cada día más.

Sed muy felices, por favor.

Jorge Esquirol.

3 respuestas

  1. 👏🏼👏🏼👏🏼 Otro gran razonamiento y lección para ir mejorando y evolucionando en la vida e ir enriqueciendos culturalmente hablando. Porque sólo si dejamos hueco, sacando de nosotros lo que ya no nos es útil, podrá ir entrando lo que sí nos aporta y nos haga crecer. Ahora, a nosotros nos toca ponerlo en práctica. Gracias.

  2. El arte de olvidar, una muy buena reflexión que nos ayuda a darnos cuenta de que hay un momento en la vida en la que hay que vaciar la mochila que llevamos en la espalda y llenarla de nuevos retos y historias.
    Felicidades por este artículo.
    Gracias por tu mención y por tu amistad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

PACK 2 LIBROS / 28€
🌟REFLEXIÓN & ALMA 🌟

Lo último del blog

PACK 2 LIBROS / 28€
🌟REFLEXIÓN & ALMA 🌟

No hay ninguna forma de pago conectada. Contacta con el vendedor.

Déjate tocar por las palabras y el alma de Jorge Esquirol con este pack único que une sus dos obras más íntimas y transformadoras: 

📚 Incluye:

✔️ Te regalo mis pensamientos – Un viaje poético y emocional que abraza el dolor, la pérdida y la esperanza.
✔️ La pirámide del alma – Una obra introspectiva que invita a conocerte, reconstruirte y avanzar desde lo más profundo de ti mismo.

🎁 Pack exclusivo de autor por solo 28 € (precio especial frente a los 34 € habituales).

Llévate ambos libros con dedicatoria personalizada y sumérgete en una experiencia literaria que transforma, consuela y despierta. Ideal para regalar… o regalarte.